Cartel: Saphira Mouzayek
Comentario: David Fariña Flores
Película alemana de 1927, está considerada como uno de los máximos
exponentes del impresionismo alemán cinematográfico.
Metrópolis es uno de los pocos filmes considerados Memoria del Mundo por la Unesco, en ella se hace una
crítica profunda a toda la sociedad y destaca el análisis que se hace en
profundidad de la condición humana y social de la época en la que se produce.
En la película se pueden ver dos clases sociales completamente
distintas; por una parte están una élite de propietarios y pensadores, que viven en la superficie, un mundo de grandes rascacielos y paisajes urbanos, y una sociedad de trabajadores, que viven bajo la ciudad y que trabajan sin cesar para mantener el modo de vida de los
de la superficie.
Una figura carismática y pacificadora llamada María
defiende la causa de los trabajadores. Pero en lugar de incitar a una revuelta,
insta a los trabajadores a buscar una salida pacífica y tener paciencia,
esperando la llegada del "Mediador", que unirá ambas mitades de la sociedad. El hijo de Fredersen, Freder
conoce a María y queda prendado de ella. Al seguirla sin que ésta se dé cuenta,
penetra en el mundo subterráneo de los trabajadores y mira con sus propios ojos
las pésimas condiciones en que éstos viven y trabajan, así como el desdén
absoluto de los propietarios, que prefieren traer más trabajadores para que las máquinas no se detengan, que auxiliar a los que
sufren accidentes en ellas. Asqueado por lo que ve, Freder decide unirse a la
causa de María.
Sin embargo Fredersen se ha dado cuenta ya de las
actividades de María, y temiendo una revuelta de los obreros, decide solicitar
la ayuda del científico Rotwng
quien a su vez le muestra un robot
antropomorfo de su invención. El
robot creado por Rotwang puede tomar tanto la conducta como la apariencia de
una persona, así que deciden suplantar a María. El robot tiene como órdenes
promover los disturbios y el descontento, para así permitir a Fredersen lanzar
una represión violenta contra los trabajadores. Lo que desconoce Fredersen es
que el robot contiene el espíritu de Hel - la ex mujer de Rotwang que tuvo un amorío con el
dueño de la ciudad, y falleció al dar a luz a su hijo Freder -, y que Rotwang
utilizará al ser máquina como instrumento de venganza contra el presidente de
Metrópolis, su hijo, y toda la ciudad.
La verdadera María es hecha prisionera en la
mansión de Rotwang, en Metrópolis, mientras el robot la suplanta y lanza
discursos incendiarios. Además, el robot comienza a seguir las iniciativas de
Rotwang en su plan de venganza, y se transforma en bailarina exótica en el prestigioso cabaret, excitando y
nublando la razón de los asistentes, promoviendo la discordia y la decadencia
entre los jóvenes adinerados. Siguiendo los malos consejos del Robot-María, los
trabajadores inician una revuelta y destruyen la "Máquina Corazón",
que proporciona la energía que hace funcionar toda la demás
maquinaria de Metrópolis. La destrucción de dicha máquina también provoca que
los tanques de agua de la ciudad se aneguen, e inunden el submundo de los
trabajadores, quienes cegados por el discurso del robot, han descuidado la
seguridad de sus hijos, quienes terminan siendo rescatados por Freder y la
verdadera María. Al darse cuenta de su grave error, los trabajadores
desesperados salen a la superficie en busca de su "enemiga en la
ciudadela", la presunta María. La muchedumbre invade el distrito de
diversiones de la ciudad y captura a la falsa María, a la cual atan a una
estaca y prenden fuego, mientras Freder observa todo y desespera. Pero pronto
se dan cuenta que esa María es una impostora, al arder sus carnes falsas y
quedar al descubierto el robot, y al ver a María ser perseguida por el
enloquecido Rowang en los tejados de la catedral de la ciudad. Freder persigue a
Rotwang, y lo enfrenta hasta que éste último se precipita del tejado hacia su
muerte. María y Freder retornan a la calle y van al encuentro de Joh y Grot
(líderes de la ciudad y de los trabajadores) y dejan entrever el comienzo de
una nueva sociedad.
Bajo el lema “el mediador entre el cerebro y la
mano ha de ser el corazón”, que debe interpretarse como la necesidad de que la
capacidad de amar del Ser Humano reúna a la razón y la fuerza, se reconcilian
el magnate Joh Fredersen y los trabajadores de Metrópolis gracias a Freder, que
encarnarían los tres términos de esa ecuación: razón, trabajo y corazón.
La obra se apoya ligeramente en una ideología
marxista, en ella hay dos clases sociales enfrentadas; una clase obrera,
trabajadora y oprimida por una clase gobernante. Por otro lado también se
critica el ideal de revolución socialista, los trabajadores en su lucha acaban
por cargarse su medio de vida, empeorando su situación en vez de mejorarla.
Esta película tuvo relativamente poco éxito en la época en la que se hace
debido a que comúnmente el género de
ciencia-ficción del cine mudo presenta la utopía, por lo
general, en positivo, mientras que la película recurre a la esclavización de
los tiempos bíblicos para representar el futuro. Las monumentales máquinas de
la ciudad subterránea proporcionan a las clases bajas una vida indigna, la masa
humana es fácilmente manipulable y se practican ritos medievales como la quema de brujas.
Otro aspecto destacable de esta
película es su arquitectura, Metrópolis es una ciudad de grandes rascacielos
que recuerdan a las grandes ciudades modernas de la época como New York o
Chicago.
Entre los edificios se enmarañan las avenidas y las
líneas del tren. Los edificios de la ciudad de superficie son de una estructura
majestuosa, mientras que la ciudad de los trabajadores, subterránea, resulta
más sencilla y sombría.
Además en la ciudad de la superficie hay un jardín
que simboliza lo idílico de la vida para los directores de la ciudad y un
barrio del pecado retratado con arquitecturas orientales, tradicionalmente
asociadas a lo exótico, lo sensual y, desde ahí, a lo pecaminoso. En la ciudad
subterránea se distingue además una zona de lo clandestino asociada con los
espacios cavernosos donde la alegoría de la salvación de los trabajadores se
representa mediante la imagen de los cristianos escondidos en las catacumbas
durante los tiempos de su persecución.
Por la película
desfilan elementos vinculados al futurismo (el constante movimiento de las
máquinas al comienzo del film e, incluso, el diseño del robot andrógino). El
Art Déco en una gran parte de la decoración de interiores.
La persecución de
María en las grutas, con la impresionante utilización de la luz de la linterna
como foco de angustia, y el exterior de la casa de Rotwang pueden ser
considerados como enlaces que unen a Metrópolis con el expresionismo. El
impresionante logro del director de la pelicula consiste en la fusión de todos
los elementos y, asimismo, en la creación de un universo propio que, muy a
pesar de tener todas las influencias ya esbozadas, posee una personalidad y una
consistencia absolutamente independientes. Destaca, la capacidad del cineasta
para dotar a todo el envoltorio escenográfico de un protagonismo absoluto
revelando su preocupación por la integración de todos y cada uno de los
dispositivos que conforman el plano y, por consiguiente, la creación de un
asombroso cosmos unitario. La misma disposición y movimiento de los actores,
por ejemplo, revela una extrema obsesión por el espacio, ya que estos se
encuentran distribuidos atendiendo a una lógica geométrica, potenciando las
disposiciones verticales, planificadas generalmente de perfil, en contraste con
los primeros planos frontales de Freder o María, integrados en la escena con
mucha menos rigidez. De igual manera, los movimientos y los gestos de los
intérpretes ya definen, por sí mismos, su propia personalidad y el núcleo de la
historia, sustentado, nuevamente, en la antítesis: los obreros del comienzo van
en grupos de seis, caminando con parsimoniosa letanía y sin rostro, los hijos
de la elite se explayan en la superficie sin orden aparente, con Fredersen en
primer plano y corriendo de forma lúdica; el rostro de John Fredersen es
inexpresivo y tenso; el de su hijo, histriónico y gesticulante; la María humana
se mueve y desplaza con gestos tranquilos y pausados, su robot es nervioso y de
ademanes violentos.
Igualmente, la
capacidad del cineasta para controlar el ritmo de la película mediante un
prodigioso trabajo de montaje y un exacto control de la duración de los planos,
se erige en otro factor fundamental del film. La construcción narrativa
de Metrópolis es laberíntica, compleja y oscura en la que hasta cinco
situaciones simultáneas se ofrecen de manera alterna, generalmente estructurada
en bloques de tres escisiones argumentales, cuyos personajes se van cruzando,
separando y uniendo según corresponde. El ejemplo más evidente se encuentra en
el tercio final: la persecución de un grupo de obreros a María, a quien toman
por el robot que los ha conducido a la catástrofe, se cruza con otro grupo que
ha encontrado al autómata y procede a su destrucción. La maestría del director
para que todo el entramado resulte lógico y verosímil es, de todo punto,
admirable concediendo un aspecto de frescura y emoción tan sorprendente que
todo el armazón narrativo apenas queda visible.