jueves, 28 de febrero de 2013

UMEÅ


Suecia es un país que, honestamente, nunca me planteé visitar, pero que por casualidades del destino, conocí hace ya ocho semanas. Un proyecto de intercambio fue el detonante para embarcarnos en este inverosímil viaje a un lugar habitado por ciudadanos bellos, aunque un tanto reservados.


De su gastronomía podría decir que, en ocasiones, era insípida. Es además, un país cuyo atractivo radica en el crecimiento económico y la conservación del conocido “Estado del Bienestar”, en un contexto de convivencia democrática y estabilidad política. 
 

Tener la oportunidad de pasar una semana con una familia sueca te permite llegar a la conclusión de que es gente reservada, educada y atenta. Recuerdo los paseos por las calles adoquinadas de Umea: nadie mira a los ojos, nadie sonríe, nadie dice hola. Estas son conductas inusuales en nuestra isla. Mi familia decía que quizá se deba a una mentalidad cerrada; no se saluda a la gente que no se conoce, así de simple.


La posibilidad de poseer un título universitario se presenta como una hazaña al alcance de cualquiera, puesto que, aunque parezca difícil de creer –para mí lo fue, sobre todo, porque en España la palabra ha pasado al olvido, en detrimento de la palabra favorita de nuestros políticos: privatización-, la educación es totalmente gratuita y subvencionada por el Estado. Y cuando digo gratuita me refiero a que  el presupuesto que se destina a ella es elevado. Pero no sólo es gratuita, sino muy accesible, pues también está destinada a todos aquellos ciudadanos europeos que decidan iniciar o continuar sus estudios allí. La Universidad de Umea es, según nos dijeron, una de las mejores de la zona media de Suecia, que cuenta, además, con una equitación de tecnología punta en muchos de los campos del saber: tanto en el de las Ingenierías, con ordenadores Mac a disposición de los usuarios, como en el de las Letras y el de las Ciencias de la Salud, dotados con enormes bibliotecas.


En ocasiones puede resultar frustrante la estancia en una sociedad que cumple algunos de los estereotipos que se tienen de ella. Muchas veces, los suecos muestran una confianza, una suerte de engreimiento, cuando hablan en inglés, o era esa la sensación que me daba cuando los veía hablar en cualquier programa de televisión o incluso, en la calle misma. Es cierto que hablan inglés mejor que la media europea, pero ello no quiere decir que hagan un perfecto uso de dicha lengua y que no cometan errores. Películas en versión original con subtítulos en sueco, libros o series, son algunas de las oportunidades que nuestros queridos amigos del norte tienen para mejora su ya de por si, buen nivel de inglés.



Aún cuando muchos estereotipos sobre la “frialdad sueca” se confirman tan solo entrando en sus cafeterías o clubs, los suecos también guardan alguna que otra  sorpresa bajo la manga. Son personas con una resistencia formidable para el alcohol, si bien el precio de éste es elevado: 75 SEK (7 euros, 6 libras) por copa.

Me sorprendió la facilidad que tienen para tomarlo en espacios breves de tiempo, y digo breves porque sus fiestas o reuniones de amigos comienzan a las siete de la tare –sí, nosotros a esa hora empezamos a prepararnos-,  y no terminan al amanecer, como muchas veces ocurre aquí, sino que a las dos o las tres de la mañana, como muy tarde, se termina todo.

 
El Systembolaget, que pertenece al gobierno, es la única entidad que vende licores, vino y cerveza en Suecia, ya que los supermercados y pequeños locales tienen prohibida la venta al consumidor. En general, el precio medio de una cerveza es de 15 YEK (1,30 euros, 1,12 libras), mientras que el de una de importación es de 25 SEK (2,27 euros, 1,96 libras).


Curiosamente, uno de los temas sobre el que más se habla diariamente es el tiempo; los días de invierno durante diciembre y enero, cuando el sol se pone hacia la luna, da paso una eternidad que, para extranjeros como nosotros, resultó extraña y que, además, da pie a los suecos a hacer de las suyas.

Un número incontable de bicicletas dibujan con sus llantas sobre la brillante y blanca nieve recién caída, virajes torpes y bruscos debidos a la borrachera que llevan los que las montan.



Las eternas noches de invierno pueden llegar a ser crudamente frías y terriblemente largas, mientras que los días de primavera, en mayo y junio, cuando la luz no desaparece del cielo ni siquiera de noche, proporciona, según me decían en casa, una sensación de profunda eternidad.



 
Evocar Suecia me genera sensaciones extrañas y casi paradójicas; una mezcla de  felicidad y frialdad es lo que experimento cada vez que recuerdo cada uno de los momentos que, junto a mi familia y amigos, viví en ese país. Un país que, desde nuestra ubicación geográfica, se nos muestra algo así como “perdido de la mano de Dios”.



Texto:  Anthony Carballo, 2º Bachillerato.   
Fotografía: Rosa Siebold, 1º Bachillerato.

lunes, 25 de febrero de 2013

Esta semana quiero enseñar una nueva obra. Este dibujo lo he hecho inspirándome en otro que he visto en Deviantart, un cuadro de FerdinandLadera.  Al principio me dio pereza hacerlo, pero al final me decidí. Cogí un papel de acuarela, dibujé los contornos con lápiz y después lo pinté con acuarelas. Como no me gusta mucho el verde pistacho, cambié los colores y la iluminación y le añadí una dimensión personal, aunque si se miran bien, la relación está clara.


                                    Bosque, por Miranda, 3º B


F
Por FerdinandLadera, Devianart


domingo, 17 de febrero de 2013

El Centro ya se lee...

Desde ahora, el logo del IES El Paso puede ser leído a lo grande. Este proyecto,  coordinado por Alicia,  se  desarrolló durante el pasado curso escolar y por fin sale a la luz. Así se subió el logo del Centro: