lunes, 22 de abril de 2013

Lea más vuestra merced -dijo Sancho-; que ya hallará algo que nos satisfaga...




Gustave Dore, 1863


Argumento y significado de Don Quijote de La Mancha





Don Alonso Quijano, el Bueno, enloquece leyendo libros de caballerías y se le ocurre lanzarse al mundo, con el nombre de don Quijote de La Mancha, con el fin de proteger a los débiles, destruir el mal y merecer el amor de Dulcinea. 

Dulcinea. Salvador Dalí


















Salvador Dalí
Con armas ridículas y un caballo enclenque, Rocinante, sale en busca de aventuras, acompañado por un labrador de su aldea, Sancho Panza, al que nombra su escudero. Preocupados por la salud —física y mental— de don Alonso, sus amigos, su criada y su sobrina intentan traerlo de vuelta a casa por medio de engaños y, finalmente, lo consiguen. Don Quijote regresa a su pueblo, recupera el juicio y muere.


El Quijote es una burla de los libros de caballerías —que, a lo largo de todo el siglo XVI, se leyeron mucho—, porque, según afirma el propio Cervantes, enseñaban falsedades y absurdos y, además, estaban muy mal escritos. Pero no se queda ahí, no,... el Quijote es también un símbolo de los más altos sentimientos del ser humano, como la fidelidad (que Sancho demuestra a su amo), o el amor, la justicia y la libertad, por los que lucha el caballero, sin importarle las dificultades y los peligros que eso suponga.
El combate. Salvador Dalí
Los libros de caballerías

Se trata de un género narrativo que surgió en el siglo XIV y que alcanzó un gran éxito en el siglo XVI, durante el que se publicaron muchísimos. Son novelas que cuentan las fantásticas aventuras de un caballero imaginario que lucha por su cuenta a favor de la justicia y para alcanzar el amor de una dama. Las obras maestras de este género, que no faltan en la biblioteca de don Quijote, son Tirante el Blanco, de Joanot Martorell, y Amadís de Gaula, de Garci Rodríguez de Montalvo.

Pablo Picasso, 1955
Personajes a caballo

Honorè Daumier
Don Alonso Quijano/don Quijote de La Mancha y Sancho Panza Don Alonso Quijano era un noble, es decir, pertenecía a una clase social que disfrutaba de ciertos beneficios, como poseer tierras y no pagar impuestos por ellas. Esos beneficios o privilegios se concedían a los hombres que habían participado en la Reconquista y que habían logrado expulsar a los musulmanes de la Península; luego, los heredaban sus hijos, nietos y demás descendientes.

Dentro de la nobleza, los hidalgos representaban el escalón más bajo, y vivían bastante humildemente de lo que producían sus tierras. Este era el caso de don Alonso: no solo había heredado la armadura de sus bisabuelos, sino también el título y las posesiones, por eso vivía de rentas... 

Pero de unas rentas más bien escasas, pues no se permitía grandes lujos, ni siquiera un caballo en condiciones. Y es que don Alonso Quijano no era más que un hidalgo, por mucho que soñase con convertirse en don Quijote, un noble de los de antes.

Metamorfosis. Salvador Dalí
Sancho no tenía caballo, sino un asno. Tampoco empleaba su tiempo libre en leer; primero, porque, a diferencia de don Alonso, él sí trabajaba: era campesino y debía sacar adelante a su familia; segundo, porque era analfabeto. A pesar de todo, a Sancho no le faltaba nobleza, la llevaba en el carácter: aunque le movía el interés, era honrado; sabía que su amo estaba loco, pero le fue fiel y nunca lo abandonó; cuando a don Quijote se le iba la vida, Sancho lloraba...


Cide Hamete Benengeli y Avellaneda: a caballo entre la realidad y la literatura

En el capítulo VIII («Vuelta a las andadas»), Sansón Carrasco visita a don Quijote y le dice que sus aventuras son tan famosas que aparecen en un libro: Historia de don Quijote de La Mancha, escrita por el historiador árabe Cide Hamete Benengeli y traducida a la lengua castellana por Miguel de Cervantes Saavedra.

Y ahora nos preguntamos: pero ¿no era Cervantes el autor del Quijote?, ¿quién es ese Cide Hamete Benengeli? Pues sí, la obra la escribió Miguel de Cervantes; lo que ocurre es que se esconde detrás del tal Cide Hamete para que las posibles críticas de los lectores recaigan sobre este —que no es más que un perso naje inventado—, y no sobre el verdadero autor; por otro lado, al presentarlo como historiador, Cervantes pretende que los hechos parezcan verdaderos y, por tanto, creíbles.
Salvador Dalí


A diferencia de Cide Hamete Benengeli, Alonso Fernández de Avellaneda sí existió. En 1614 publicó un Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, continuación del primero, que era obra de Cervantes y que había salido en 1605.

Tan mal le pareció a Cervantes, que hizo que el auténtico don Quijote se enfadase ante semejante atrevimiento y que, en el capítulo XIII, cambiase sus planes solo para contradecirlo: pensaba ir a Zaragoza, pero como el falso Quijote (el de Avellaneda) había estado allí, decidió entonces encaminarse a Barcelona.




Antonio Saura

Mi recomendación: "Las Chicas de Alambre".



Hace poco,  empecé a leer un libro de Jordi Sierra i Fabra titulado “Las Chicas de Alambre”. Lo recomiendo porque el tema me parece muy interesante.  Trata sobre jóvenes (modelos) que se sienten presionadas porque se les exige SER PERFECTAS.  Sin embargo, esta presión las lleva a buscar refugio en actitudes que desde nuestro punto de vista, son más indicios de enfermedad que de perfección: unas enferman de anorexia, otras , recurren a las drogas y otras se suicidan al ver que no tienen cura o no tienen la fuerza para afrontar su problema.
















Creo que muchas jóvenes se van a sentir identificadas con las  protagonistas de este libro.













Patricia García Rocha 3ºB













"Lazarillo de Tormes"



Me llamo Carmen, soy una alumna de 3ª de la ESO. Estoy leyendo el libro sugerido en la clase de Lengua,  “El Lazarillo de Tormes”, que  trata sobre un niño que, con poca edad es abandonado por sus padres, quedando a cargo de varios amos que lo quieren por interés. Lázaro, es un niño que se  tiene que buscar la vida él sólo, pasándolo muy mal y dando lugar a la picaresca: Lázaro tiene que hacer varias cosas como por ejemplo robar, simplemente por necesidad. Aunque no es de mi gusto, lo recomendaría para que los lectores se dieran cuenta de las penumbras que pasa una persona cuando está completamente sola sin tener absolutamente nada de nada y más aun siendo un niño.

Carmen, 3º B ESO